martes, enero 30, 2007

Los intelectuales y la revolución

Por César Albornoz e Ignacio Muñoz

Los intelectuales miraron con ojos de enamorado la revolución que estalló en Cuba, en 1959. Se trataba de un movimiento tercermundista de liberación que prometía una transformación mucho más amplia que la soñada por los revolucionarios europeos, incluido Marx. Señal de su fidelidad al movimiento, los intelectuales de la región se alinearon, como verdaderos soldados, bajo el slogan "El arte como arma de la revolución".

El romance terminó a principios de la década del 70, cuando comenzó a quedar de manifiesto lo que podía comportar, para la creación artística, el compromiso con el régimen de Castro. El icono latinoamericano en este proceso de desencantamiento fue el caso Padilla. La policía política del régimen castrista detuvo al poeta y a su mujer. Luego de sufrir los rigores de esa situación, Padilla fue obligado a retractarse públicamente, tal cual lo habían tenido que hacer muchas de las víctimas de las primeras purgas estalinistas. Algunos escritores latinoamericanos adviertieron que esta auto-inmolación era farsa y comenzaron a marcar distancia del régimen: Jorge Edwards, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, entre otros.

Años después uno de los miembros de jurado que obligó a Padilla retractarse publicó un testimonio notable que nos muestra cómo se vive la represión cultural dentro de una dictadura de partido único.