La Segunda Guerra Mundial es un hecho capital del siglo XX. Luego de esta experiencia la historia se aceleró en distintas direcciones, demarcando con claridad la diferencia entre un antes y un después, acaso como no había sucedido nunca hasta entonces con ningún hecho anterior (salvo, quizás, con revolución bolchevique de 1917).
La principal consecuencia de este extraño acto de inmolación colectiva perpetrado por los europeos, fue un redefinición definitiva de las relaciones de poder en el mundo. Europa había sido el centro indiscutido de poder entre el siglo XVI y el siglo XIX. Luego de esta masacre, dejó de serlo, para siempre. El europeo perdió el comercio que mantenía con la parte oriental del continente, que había sido capturada por el ejército rojo. Se quedó, a su vez, sin las riquezas que les deparaba el control de las materias primas, luego del desmoronamiento de los grandes imperios coloniales (tema descrito en otro post). Luego de todo esto, adquirieron primacía las dos superpotencias, que se repartieron el mundo a pedacitos, dando inicio a esa etapa particular que conocemos como la ‘Guerra Fría’.
La particular forma en que el bloque capitalista y el socialista, liderados por Estados Unidos y la URRS, vivieron su rivalidad coloreó el paísaje político, social y cultural de todo el mundo. Se llamó a esto la “Guerra Fría”.
Se trató de un guerra muy particular, porque nunca llegó a comprometer, de manera directa, a los principales contendores. Las relaciones tuvieron momentos muy complicados al principio. Stalin y Roosevelt habían logrado negociar los puntos más críticos en los dos últimos años del conflicto. Las superpotencias se repartieron el mundo completo. Cada una se reservó una zona de influencia. Las fronteras fueron dibujadas a mano.
En los primeros años de funcionamiento de este nuevo sistema hubo muchos conflictos, centrados en Europa. Unión Soviética había pasado a su órbita buena parte de europa del este: Hungría, Bulgaria, Polonia, Checoeslovaquia, Rumania, Letonia, Lituania, y parte de Alemania. Las potencias habían negociado el reparto de Europa entre 1943 y 1945. Pudo resolverse todo bien, salvo el destino de Austria y Alemania. Lo de Austria se resolvió con el retiro de las fuerzas de ambos lados. El país fue transformado en una segunda Suiza. El caso Alemán fue más complejo. Se acordó que las fronteras fueran definidas de acuerdo a los territorios efectivamente dominados por las respectivas fuerzas de ocupación. Como Berlín, en territorio soviético, había sido ocupado por los aliados, hubo que aceptar una partición extraña.
Una vez superados los conflictos en Berlín, que estuvieron a punto de provocar un enfrentamiento directa, las ambiciones de las superpotencias tendieron a apaciguarse. ¿Quién se animaría a aceptar cargar con el peso de la destrucción definitiva de todo el planeta?. Lo concreto es que en la parte más caliente de la frontera que separaba a los dos bloques (Europa), las fronteras se estabilizaron muy pronto y se impuso una larga etapa de paz allí. Paz basada en el fantasma de la destrucción total: en una paz basada en una carrera armamentista (armas nucleares).
Luego de que se estabilizaron las fronteras en el primer mundo. Sucedió lo propio con el segundo mundo (europa oriental), luego de que Stalin aplicara mano dura allí. Su severidad aplastó cualquier posible conflicto. La paz llegó, pues, a martillazos.
Esta paz y estabilidad, esta etapa maravillosa en que los países del norte gozaron de más tranquilidad de la que tuvieran nunca en su historia, permitió que las economías se recuperaran a rapidez increible. Luego que empezaran a crecer sin detenerse. El norte del mundo, incluida la URRS, luego Japón y unas cuántas ex-colonias asiáticas (como Corea, francesa, o Hong Kong, inglesa) dieran un salto cualitativo, superando la segunda etapa de la revolución industrial, en que prendía la industria pesada, e ingresando en una tercera etapa de la revolución industrial, centrada en la tecnología. Occidente avanzaba materialmente a mil por hora, como no lo había hecho nunca, bien protegida por sus gendarmes, con su capacidad nuclear.... mientras eso sucedía, como vamos a ver las antiguas zonas coloniales, que son el motivo de esta clase, sufrían la desarticulación de sus sistemas políticos y productivos, y comenzaban a experimentar formas de pobreza desconocidas hasta entonces.
Esas dos partes del mundo en paz. Pero faltaba la tercera parte. Allí no hubo paz. Hablamos del “tercer mundo”, aquella porción política del planeta que se conformó a medida que avanzaron los procesos de descolonización. Allí, en la parte más nueva del mundo, conformada por infinidad de naciones recién aparecidas que apenas lograban afirmarse, no hubo prosperidad, ni estabilidad, ni orden, ni progreso en ninguna forma. Menos todavía paz. Zona jóven de hambre, de guerras camufladas entre las superpotencias, de revoluciones y de incesantes golpes de estado de militares.... nueva zona caliente, que este curso quiere conocer.
La principal consecuencia de este extraño acto de inmolación colectiva perpetrado por los europeos, fue un redefinición definitiva de las relaciones de poder en el mundo. Europa había sido el centro indiscutido de poder entre el siglo XVI y el siglo XIX. Luego de esta masacre, dejó de serlo, para siempre. El europeo perdió el comercio que mantenía con la parte oriental del continente, que había sido capturada por el ejército rojo. Se quedó, a su vez, sin las riquezas que les deparaba el control de las materias primas, luego del desmoronamiento de los grandes imperios coloniales (tema descrito en otro post). Luego de todo esto, adquirieron primacía las dos superpotencias, que se repartieron el mundo a pedacitos, dando inicio a esa etapa particular que conocemos como la ‘Guerra Fría’.
La particular forma en que el bloque capitalista y el socialista, liderados por Estados Unidos y la URRS, vivieron su rivalidad coloreó el paísaje político, social y cultural de todo el mundo. Se llamó a esto la “Guerra Fría”.
Se trató de un guerra muy particular, porque nunca llegó a comprometer, de manera directa, a los principales contendores. Las relaciones tuvieron momentos muy complicados al principio. Stalin y Roosevelt habían logrado negociar los puntos más críticos en los dos últimos años del conflicto. Las superpotencias se repartieron el mundo completo. Cada una se reservó una zona de influencia. Las fronteras fueron dibujadas a mano.
En los primeros años de funcionamiento de este nuevo sistema hubo muchos conflictos, centrados en Europa. Unión Soviética había pasado a su órbita buena parte de europa del este: Hungría, Bulgaria, Polonia, Checoeslovaquia, Rumania, Letonia, Lituania, y parte de Alemania. Las potencias habían negociado el reparto de Europa entre 1943 y 1945. Pudo resolverse todo bien, salvo el destino de Austria y Alemania. Lo de Austria se resolvió con el retiro de las fuerzas de ambos lados. El país fue transformado en una segunda Suiza. El caso Alemán fue más complejo. Se acordó que las fronteras fueran definidas de acuerdo a los territorios efectivamente dominados por las respectivas fuerzas de ocupación. Como Berlín, en territorio soviético, había sido ocupado por los aliados, hubo que aceptar una partición extraña.
Una vez superados los conflictos en Berlín, que estuvieron a punto de provocar un enfrentamiento directa, las ambiciones de las superpotencias tendieron a apaciguarse. ¿Quién se animaría a aceptar cargar con el peso de la destrucción definitiva de todo el planeta?. Lo concreto es que en la parte más caliente de la frontera que separaba a los dos bloques (Europa), las fronteras se estabilizaron muy pronto y se impuso una larga etapa de paz allí. Paz basada en el fantasma de la destrucción total: en una paz basada en una carrera armamentista (armas nucleares).
Luego de que se estabilizaron las fronteras en el primer mundo. Sucedió lo propio con el segundo mundo (europa oriental), luego de que Stalin aplicara mano dura allí. Su severidad aplastó cualquier posible conflicto. La paz llegó, pues, a martillazos.
Esta paz y estabilidad, esta etapa maravillosa en que los países del norte gozaron de más tranquilidad de la que tuvieran nunca en su historia, permitió que las economías se recuperaran a rapidez increible. Luego que empezaran a crecer sin detenerse. El norte del mundo, incluida la URRS, luego Japón y unas cuántas ex-colonias asiáticas (como Corea, francesa, o Hong Kong, inglesa) dieran un salto cualitativo, superando la segunda etapa de la revolución industrial, en que prendía la industria pesada, e ingresando en una tercera etapa de la revolución industrial, centrada en la tecnología. Occidente avanzaba materialmente a mil por hora, como no lo había hecho nunca, bien protegida por sus gendarmes, con su capacidad nuclear.... mientras eso sucedía, como vamos a ver las antiguas zonas coloniales, que son el motivo de esta clase, sufrían la desarticulación de sus sistemas políticos y productivos, y comenzaban a experimentar formas de pobreza desconocidas hasta entonces.
Esas dos partes del mundo en paz. Pero faltaba la tercera parte. Allí no hubo paz. Hablamos del “tercer mundo”, aquella porción política del planeta que se conformó a medida que avanzaron los procesos de descolonización. Allí, en la parte más nueva del mundo, conformada por infinidad de naciones recién aparecidas que apenas lograban afirmarse, no hubo prosperidad, ni estabilidad, ni orden, ni progreso en ninguna forma. Menos todavía paz. Zona jóven de hambre, de guerras camufladas entre las superpotencias, de revoluciones y de incesantes golpes de estado de militares.... nueva zona caliente, que este curso quiere conocer.